BikoInsights Edición #6
Imagen nebulosa en colores pastel
Por Aritz Suescun.

Complejidad, evolución y el fin del ciclo del internet de los pioneros

En 2023, internet ya no es ese lugar de oportunidades de 25 años atrás, sino un commodity de una complejidad extrema.

En el último año, hay dos modelos a los que he echado mano para entender y analizar un montón de temas muy distintos, pero que hoy voy a unir para profundizar en el momento en el que vivimos en todo ese mundo que llamamos “internet” y compartir las reflexiones a las que llegamos con ellos. Os hablo de Cynefin para entender problemas complejos y los mapas de Wardley para analizar estrategias.

Podría sonar simple, pero la conclusión a la que llego es que vivimos frustrados (y aburridos) por una realidad que no terminamos de entender ni de asumir y quizás nos toque cambiar nuestras expectativas.

Me explico: internet está en una fase en la que todo ha evolucionado tanto y hay tanto negocio que depende de él que se ha convertido en algo extremadamente complejo. Y esa complejidad nos abruma, pesa sobre nosotros como una losa enorme. Creo, por tanto, que lo mejor sería dejar de pensar en internet como la fuerza transformadora que fue en su día, ya que tampoco podemos aspirar a recuperar internet como tal.

Dejadme que explique a qué me refiero con todo esto.

Todo evoluciona

Es una máxima de las iniciativas y los negocios: Todo evoluciona.

Bueno, hay una alternativa, que es morir. Diríamos por tanto que todo evoluciona o muere.

¿Qué queremos decir con ello?

La evolución es una realidad de la que hablan modelos como la curva de adopción de la tecnología, la curva del hype o el design squiggle.

Es decir, es una realidad en forma de marea de fondo que se puede percibir desde muchos ángulos diferentes.

Design squiggle
Design squiggle

En sus inicios, toda iniciativa novel surge como un destello de posibilidad, un punto en el horizonte aún no trazado. A medida que las ideas ganan forma y las tecnologías toman vida, avanzan por un viaje trazado por la inevitabilidad de la evolución. A través de cada etapa, desde la génesis hasta la madurez, las iniciativas navegan las corrientes cambiantes de la demanda, la competencia y el contexto.

A pesar de tratarse de un continuo, se suele hablar de 4 fases evolutivas que ayudan al análisis:

  • Génesis

    En esta etapa, una nueva tecnología emerge (sirve igualmente para mercados que evolucionan, pero nos centraremos en hablar de tecnologías para no hacerlo repetitivo). Suele ser poco conocida y tener poca claridad sobre su potencial.

  • Custom Built
    (a medida)

    Conforme la tecnología gana tracción, aparece un mercado incipiente de soluciones personalizadas, donde el foco está en estudiar cada problema particular y darle solución, de forma más o menos artesanal.

  • Producto
    (o servicio)

    A medida que la comprensión y la demanda crecen, surgen productos más estandarizados y empaquetados que pueden satisfacer un conjunto más amplio de necesidades.

  • Commodity
    (o utilidad)

    Con el tiempo, la tecnología se vuelve tremendamente madura, estándar, una utilidad básica. Apretamos el interruptor y la luz se enciende; abrimos el grifo y sale agua. La tecnología como tal ya no es una ventaja competitiva, sino una parte esencial del funcionamiento

Lo interesante de un marco como este es que permite estructurar ciertos análisis, aporta perspectivas claras desde las que profundizar, tales como la psicología de las personas que encuentran interesante cada etapa, o la competencia que es típica en cada una.

Mentalidades más pioneras se encuentran a sus anchas en etapas iniciales e incómodos en etapas posteriores, mientras que pasa lo contrario con personas más estructuradas (llamémosles urbanistas), que se sienten incómodas en un contexto de alta incertidumbre y que sin embargo sacan lo mejor de sí a la hora de alcanzar nuevas cotas de eficiencia.

Desde un punto de vista del mercado y la competencia, en la génesis la clave es encontrar la forma de maravillar a los innovadores y early adopters de esas nuevas tecnologías. La paz caracteriza la fase de soluciones a medida, ya que el mercado crece enormemente, hay sitio para muchos actores y se trata de seguir explorando los límites. Pero, sin embargo, las últimas fases son de guerra total por hacerse con uno de los escasos huecos para explotar esa tecnología como una utilidad.

Ya vemos, por tanto, qué significa hablar de que todo evoluciona y qué consecuencias tiene para nuestro análisis. Y a lo largo de estos años sabemos que internet ha evolucionado, y mucho, a un ritmo frenético.

Como entender lo simple, lo complicado y lo caótico.

A la hora de afrontar problemas complejos, el marco de Cynefin que encontré hace unos años me ha servido para estructurar su análisis.

Lo que dice este marco es que los problemas que nos encontramos, simplificando mucho, podrían dividirse en 4 categorías: simples, complicados, complejos y caóticos (bueno, en realidad 5 categorías, como veremos más adelante). Cada uno de ellos se define por unas características diferenciadas y lo bueno es que nos da ciertas claves de cómo tiene sentido atacar los problemas según en qué categoría estén. Con este marco, incluso desde un acercamiento super básico, ya no volvemos a mirar la realidad de la misma forma.

A título personal, esto se puede ilustrar muy bien con el siguiente ejemplo. En mi caso y el de otras personas cercanas, una vez familiarizados con la estructura que ofrece Cynefin, ya no se vuelve a utilizar “complejo” y “complicado” como si fuera lo mismo. Y cuando se oye a otras personas hablar de que algo es “muy complicado”, nos entran ganas de matizar y decir “Creo que en realidad estás hablando de un problema complejo”, y viceversa. Pero más allá de estos detalles que la mayoría de veces no pasarán de una conversación ficticia en el interior de nuestra mente, lo más relevante es que nos ayuda a detectar formas de abordar problemas que tienen muchas papeletas de no funcionar.

  • Dominio
    Qué lo caracteriza
    Cómo actuar
    Qué debe guiar nuestras acciones
  • Simple
    La relación entre causa y efecto es clara, evidente.
    1. 1. Observar
    2. 2. Categorizar
    3. 3. Responder
    Mejores prácticas
  • Complicado
    Existe relación entre causa y efecto, pero requiere un análisis.
    1. 1. Observar
    2. 2. Analizar
    3. 3. Responder
    Buenas prácticas
  • Complejo
    Causa y efecto sólo se pueden trazar a posteriori. No hay respuestas correctas a priori.
    1. 1. Sondear
    2. 2. Observar
    3. 3. Responder
    Prácticas emergentes
  • Caótico
    Demasiado confuso como para esperar a una respuesta basada en el conocimiento.
    1. 1. Actuar
    2. 2. Observar
    3. 3. Responder
    Nuevas prácticas

En realidad, el modelo aporta un 5º dominio adicional: el desorden (también se utiliza el término “confusión”). Se aplica a las situaciones en las que no resulta claro saber en cuál de los 4 dominios nos encontramos. Es importante para completar el modelo, pero para nuestro análisis básico no merece la pena profundizar en él.

De hecho, con las nociones que hemos visto hasta ahora podemos saltar ya a nuestro análisis y se podrá, esperemos, entender qué tienen que ver la complejidad y la evolución con el momento en el que se encuentra eso que llevamos tiempo llamando internet.

¿En qué momento nos encontramos?

Desde estos nuevos puntos de vista, podemos hablar por un lado de que internet ha evolucionado hasta convertirse en una commodity, y por otro lado podemos decir que es un entorno enormemente complejo.

La complejidad se materializa en muchos niveles, desde la mayor abstracción que afecta a cómo los negocios funcionan en 2023 respecto a los inicios de los 2000, hasta concreciones a nivel técnico.

Si en el año 2000 nos hubieran contado la cantidad de procesos necesarios hoy en día para realizar el cambio de programación que implica modificar el color de un enlace que está en una página de una web de un banco, nos habríamos caído de espaldas. Procesos a nivel de negocio, de compliance, de diseño, de revisiones de manual de estilo, de aseguramiento de calidad, en entornos de desarrollo, preproducción y producción… Y si no está bien pensado y estructurado, podemos estar hablando de mucho tiempo y mucho esfuerzo necesario para ello. En contraste, en el año 2000 probablemente bastaba con que a alguien se le hubiera ocurrido que ese cambio tenía sentido y se cambiaba el código. Fin de la historia.

No pretendo defender que aquello era mejor que esto. Entiendo perfectamente la necesidad de asegurar que no estamos dañando el negocio ni la experiencia de usuario y que todos estos artefactos han ido llegando para ello. Simplemente quiero escenificar hasta qué punto ha cambiado. La complejidad se respira en el día a día.

Por otro lado, el hecho de que la evolución de internet haya llegado hasta la última parada del commodity se materializa de muchas maneras. Hoy en día contamos con un internet completamente difundido, entendido, prácticamente invisible, con mercados maduros y ordenados, estables para los usuarios, apenas falla, donde las decisiones se pueden basar en históricos…

Y por ello mismo, aburrido. Ya pasaron los tiempos vertiginosos ideales para los intrépidos. Es hoy en día un lugar para mentalidades de urbanista. Pero nos resulta curioso pensar en ello porque para muchos de nosotros internet es ese lugar de los pioneros. La evolución ha sido vertiginosa, y en el pasado la mayoría de las veces un cambio de este estilo tenía una evolución que comprendía cambios de generación por el camino.

mancha en colores

El desafío de imaginar nuevos futuros

No tiene sentido una enmienda a la totalidad a Internet. Si echamos la mirada atrás, me parece innegable que las aportaciones han sido importantísimas. Conviene repasar algunas, porque se nos suele olvidar:

  • Disponemos de un sistema de comunicación global. Cualquier máquina conectada a la red puede llegar a otra. Si sumamos la red móvil y la electrónica extremadamente accesible, en la práctica cualquier aparato en casi cualquier sitio puede estar conectado con otro. Sería revolucionario pensar esto en los 90.

  • Biblioteca universal. Un sueño humano desde tiempos de la biblioteca de Alejandría, pero ampliado a tener al alcance de cualquier persona de forma inmediata cualquier libro, artículo, pieza de música, película… ha quedado resuelto con internet desde el punto de vista de la posibilidad. Otra cosa es que no hayamos querido o sabido llevarlo a cabo. Aún. Ese sueño sí que existe si simplemente quitamos dos palabras de la frase anterior: cualquier persona. Tener al alcance de forma inmediata cualquier libro, artículo, pieza de música, película… sí es posible. Basta tener el dinero suficiente.

La utopía de las
bibliotecas públicas

Hablando de la biblioteca universal que hemos conseguido con la llegada de internet, me hace ilusión destacar un extracto de “El infinito en un junco: la invención de los libros del mundo antiguo”, en el que Irene Vallejo describe de esta forma tan bonita las bibliotecas públicas:

En sus anaqueles aguardan juntos libros escritos en países enemigos, incluso en guerra unos con otros. Manuales de fotografía y de interpretación de los sueños. Ensayos que hablan de microbios o de galaxias. La autobiografía de un general al lado de las memorias de un desertor. La obra optimista de un autor incomprendido y la obra oscura de un autor de éxito. Los apuntes de una escritora viajera junto a los cinco tomos que necesita un escritor sedentario para contar con pelos y señales sus ensoñaciones. El libro impreso ayer y a su lado el que acaba de cumplir veinte siglos. Ahí no se conocen las fronteras temporales ni geográficas. Y, por fin, estamos todos invitados a entrar: extranjeros y locales, gente con gafas, con lentillas o con legañas, hombres que llevan moño o mujeres que llevan corbata. Eso se parece a una utopía.

Eso se parece a una utopía.

  • Medio de nichos. A lo largo del s.XX ya se desarrollaron y se perfeccionaron los medios de masas, cada vez más inmediatos y ricos en transmisión: de los periódicos a la televisión, pasando por la radio. Internet abrió completamente las posibilidades de comunicación entre grupos de personas con un mismo interés, aunque fueran muy reducidos. Las globalizó e inmediatizó. ¿Quién se lo imaginaba hace 50 años? La comunidad de radioaficionados, quizás.
  • Ya desde un punto de vista más práctico y concreto, contamos en nuestro día a día con la mayor enciclopedia jamás creada, gracias a la contribución de millones de personas. Hace apenas 30 años la idea de una wikipedia como la que tenemos ahora nos volaría la cabeza.

Todo ello eran imaginaciones de ciencia ficción, me atrevería a decir que en el caso de la biblioteca universal podríamos hablar de utopías (ver apartado La utopía de las bibliotecas públicas ), hace menos de cien años. Cincuenta años. Treinta años, incluso. Nadie era capaz de asegurar que eran cosas realizables, pocos se atrevían a verlas como futuros deseables. Y hoy las damos por descontadas.

Pero de la utopía a la concreción hay un camino. A priori, no hay un camino sino caminos. En plural, llenos de posibilidades. A posteriori, sin embargo, sólo hay uno. Conocido, con sus virtudes y sus imperfecciones. Y con cantidad de cadáveres por el camino en forma de promesas que no llegaron a ser.

Quizás ya estamos en el “a posteriori” de internet.

Quizás es momento de asumir las virtudes de ESTE internet que hemos construido y de asumir que hay maravillas que este internet ya no nos va a traer. Y no hablo de renunciar a esas posibilidades que asociábamos a nuestra particular utopía de internet. Sino de buscar nuevas utopías.

Hace tiempo que se habla del post-futuro y de nuestra incapacidad como sociedad de imaginar nuevos futuros. Quizás estamos demasiado atados a algunos futuros de nuestro pasado. Posibilidades que podrían haber sido reales pero que ya estamos viendo que no lo van a ser, a las que no dejamos de aferrarnos. Nos identificamos tanto con ellas en el pasado que renunciar a ellas sería perder parte de nuestra identidad.

Los árboles pierden sus hojas cada año, y no por eso dejan de ser el mismo árbol. Dejan caer esas hojas para que sirvan de alimento para lo nuevo que tendrá que venir, con esa confianza en el futuro y sin ninguna certidumbre.

Quizás es el momento de que dejemos caer algunas hojas, guardar con cariño en nuestra biblioteca algunas utopías, y que sirvan de alimento para las siguientes. Porque aún no vivimos en esa isla en la que todos los problemas están resueltos ni lo hacemos en armonía y felicidad. A pesar de ello, invitaría a tener una mirada amable y a la vez crítica hacia atrás: no echemos por tierra lo conseguido, que no es poco y es valioso. Al mismo tiempo, intentemos aprender de las dificultades encontradas para las siguientes veces (si es que las hay).

Y con esas fuerzas que ahorramos, ¿qué hacemos?, ¿cómo reaprovechamos esas posibilidades que debemos guardar? Quizás cerrar bien la etapa anterior nos permite, una vez pasado el duelo, abrir los ojos a lo siguiente y preguntarnos qué es lo que realmente queremos. Qué mejoras son las siguientes que queremos en nuestras sociedades. Somos gente de tecnología y miraremos especialmente en esa dirección, pero no olvidemos que la tecnología abre opciones, posibilidades. Luego todavía hay un trecho. Está en nuestra mano transformarlas en un impacto positivo para las personas y la sociedad.

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